El secreto de amar a Dios con todo tu ser

El secreto para vivir en paz y armonía con los demás

¿Te has preguntado alguna vez por qué hay tanta violencia, odio y rencor en el mundo? ¿Por qué las personas se hacen daño unas a otras, se vengan, se guardan rencor y se odian? ¿Qué pasaría si te dijera que hay una forma de evitar todo eso y vivir en paz y armonía con los demás?

La respuesta está en un antiguo mandamiento que Dios le dio a su pueblo hace miles de años, y que sigue siendo válido hoy en día. Se encuentra en el libro de Levítico, capítulo 19, versículo 18. Dice así: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Este mandamiento resume la esencia de la ley divina, que es el amor. El amor es la fuerza más poderosa del universo, capaz de transformar cualquier situación negativa en positiva. El amor es la clave para manifestar tus deseos, para atraer lo que quieres y para vivir feliz.

Pero ¿cómo puedes amar a tu prójimo como a ti mismo? ¿Qué significa eso? ¿Cómo puedes amar a alguien que te ha hecho daño, que te ha ofendido o que te ha traicionado?

La respuesta está en entender que tu prójimo es un reflejo de ti mismo. Todo lo que ves en el exterior es un espejo de lo que hay en tu interior. Tus pensamientos, sentimientos y creencias se proyectan en tu realidad y crean las condiciones de tu vida.

Si quieres cambiar lo que ves afuera, tienes que cambiar lo que hay adentro. Tienes que cambiar tu forma de pensar, de sentir y de creer. Tienes que asumir que eres el creador de tu realidad y que tienes el poder de cambiarla.

Para amar a tu prójimo como a ti mismo, tienes que amarte a ti mismo primero. Tienes que aceptarte, valorarte y respetarte tal como eres. Tienes que reconocer tu divinidad, tu esencia, tu ser. Tienes que saber que eres hijo de Dios y que tienes su misma naturaleza.

Cuando te amas a ti mismo, automáticamente amas a los demás. Cuando te aceptas a ti mismo, aceptas a los demás. Cuando te valoras a ti mismo, valoras a los demás. Cuando te respetas a ti mismo, respetas a los demás.

Cuando amas a tu prójimo como a ti mismo, no sientes la necesidad de vengarte ni de guardar rencor. Perdonas fácilmente y olvidas el pasado. No juzgas ni criticas a nadie. Ves lo mejor en cada persona y le deseas lo mejor.

Cuando amas a tu prójimo como a ti mismo, creas una atmósfera de paz y armonía a tu alrededor. Atraes personas afines y situaciones favorables. Vives en sintonía con la ley divina y con el propósito de tu alma.

Te invito a poner en práctica este mandamiento desde hoy mismo. Empieza por amarte a ti mismo y luego extiende ese amor a los demás. Verás cómo tu vida cambia para mejor y cómo te sientes más feliz y pleno.

Recuerda: no te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo.

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