El secreto de amar a Dios con todo tu ser

Cómo purificar tu mente y tu cuerpo con el poder de la palabra

¿Sabías que tu mente y tu cuerpo son templos sagrados donde habita el espíritu de Dios? ¿Sabías que tienes el poder de purificarlos y de mantenerlos en perfecto estado con solo usar la palabra?

Así es. La palabra es el instrumento más poderoso que tienes a tu disposición para crear tu realidad. Con la palabra puedes bendecir o maldecir, sanar o enfermar, prosperar o empobrecer, amar o odiar.

La palabra es la expresión de tu pensamiento, y tu pensamiento es la causa de todo lo que te sucede. Por eso, es muy importante que cuides lo que piensas y lo que dices, porque eso determina lo que atraes y lo que manifiestas.

Pero ¿cómo puedes purificar tu mente y tu cuerpo con el poder de la palabra? ¿Qué palabras debes usar y qué palabras debes evitar? ¿Qué principios debes seguir para lograrlo?

La respuesta la puedes encontrar en un antiguo libro que contiene la sabiduría de los tiempos: el libro de Levítico. Este libro forma parte de la Biblia y relata las leyes y los rituales que Dios le dio a su pueblo para mantenerse puro y santo.

Aunque muchas de estas leyes y rituales pueden parecer obsoletos o extraños para nosotros hoy en día, lo cierto es que encierran un profundo significado espiritual que podemos aplicar a nuestra vida moderna.

El libro de Levítico nos enseña que para purificar nuestra mente y nuestro cuerpo debemos seguir estos tres pasos:

Reconocer nuestra impureza. El primer paso es reconocer que nuestra mente y nuestro cuerpo están contaminados por el pecado, el error, la ignorancia, el miedo, la culpa, el rencor, la envidia, el egoísmo y otros males que nos alejan de Dios y de nuestra verdadera naturaleza.

Arrepentirnos de nuestra impureza. El segundo paso es arrepentirnos de nuestra impureza y pedir perdón a Dios y a nosotros mismos por haber pensado y hablado mal. Debemos sentir un verdadero dolor por haber ofendido a nuestro creador y a nuestra creación.

Purificarnos con la palabra. El tercer paso es purificarnos con la palabra, usando afirmaciones positivas, oraciones, bendiciones, alabanzas, agradecimientos y otras expresiones que nos conecten con Dios y con nuestro ser superior. Debemos declarar con fe y convicción que somos puros, santos, perfectos, saludables, prósperos, felices y amados.

Estos son los tres pasos para purificar nuestra mente y nuestro cuerpo con el poder de la palabra. Te invito a ponerlos en práctica desde hoy mismo y a ver cómo tu vida se transforma.

Recuerda: “Sed santos, porque yo soy santo”.

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