El secreto de amar a Dios con todo tu ser

El poder de tu palabra

¿Alguna vez te has sentido impotente ante las circunstancias de tu vida? ¿Has deseado tener el poder de cambiar las cosas a tu favor? ¿Has pensado que si pudieras hablar con autoridad y confianza, podrías lograr lo que te propones?

Si es así, te tengo una buena noticia: tú tienes ese poder. Sí, tú. No importa quién seas, qué hayas hecho o qué te hayan dicho. Tú tienes el poder de tu palabra, y con ella puedes crear tu realidad.

¿No me crees? Entonces déjame contarte una historia que quizás conozcas, pero que tal vez no has entendido bien. Es la historia de Moisés y el faraón de Egipto.

Moisés era un hombre que había sido criado como príncipe en la corte del faraón, pero que había huido al desierto después de matar a un egipcio que maltrataba a un hebreo. Allí vivió como pastor durante cuarenta años, hasta que un día se encontró con una zarza ardiente que le habló.

Era Dios, quien le dijo que había escuchado el clamor de su pueblo, los israelitas, que estaban esclavizados en Egipto. Y le dio una misión: ir al faraón y pedirle que dejara salir a los israelitas de su tierra.

Moisés se resistió. Se sentía incapaz, inseguro, temeroso. ¿Cómo iba a enfrentarse al poderoso faraón? ¿Qué le iba a decir? ¿Qué credibilidad tenía él, un fugitivo y un extranjero?

Pero Dios le dio una respuesta que cambió todo:

“Yo te he puesto por dios para el faraón; y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todo lo que yo te mande; y Aarón tu hermano hablará al faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.” (Éxodo 7:1-2)

¿Te das cuenta de lo que significa esto? Dios le dio a Moisés el poder de su palabra. Le dijo que él era como un dios para el faraón, y que todo lo que dijera se cumpliría. Le dio la autoridad y la confianza para hablar en su nombre, y le prometió que estaría con él.

Y así fue. Moisés fue al faraón y le dijo lo que Dios le había mandado. Y aunque el faraón se negó al principio, Moisés siguió hablando con firmeza y convicción, hasta que finalmente logró liberar a su pueblo.

¿Qué podemos aprender de esta historia? Que el poder de nuestra palabra es real. Que podemos hablar con autoridad y confianza, porque somos hijos de Dios y él está con nosotros. Que podemos crear nuestra realidad con nuestras palabras, porque ellas son el reflejo de nuestros pensamientos y sentimientos.

No se trata de manipular o engañar a nadie. Se trata de alinear nuestra palabra con nuestra verdad interior, con nuestro propósito divino, con nuestro amor incondicional. Se trata de expresar lo que queremos ver manifestado en nuestra vida, sin dudar ni temer.

Así que te invito a que pruebes este poder. A que hables con fe y esperanza. A que declares lo que deseas y lo agradezcas como si ya fuera tuyo. A que bendigas a los demás y te bendigas a ti mismo.

Verás cómo las cosas empiezan a cambiar. Verás cómo se abren las puertas y se presentan las oportunidades. Verás cómo se cumplen tus sueños y se realizan tus milagros.

Porque tú tienes el poder de tu palabra. Y tu palabra tiene el poder de Dios.

Comentarios

  1. Este post es una maravillosa ilustración de cómo somos los creadores de nuestra realidad. Moisés no era un hombre especial, sino uno que asumió el papel que Dios le había asignado. Él se imaginó a sí mismo como el libertador de su pueblo, y actuó en consecuencia. Su palabra fue el medio para materializar su visión. Así también nosotros podemos usar nuestra palabra para dar forma a nuestro mundo, siempre que la acompañemos de una fe viva y una imaginación creativa.

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  2. Este post nos muestra cómo podemos acceder al poder de la Luz que hay en nosotros. Moisés fue capaz de enfrentar al faraón porque tenía una conexión directa con la Fuente de toda la vida. Él sabía que su palabra era una extensión de la voluntad divina, y que podía transformar la oscuridad en luz. Así también nosotros podemos usar nuestra palabra para atraer bendiciones y milagros a nuestra vida, siempre que la alineemos con el propósito superior y el bien común.

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  3. Este post nos enseña cómo podemos ser instrumentos de la gracia de Dios. Moisés fue elegido por Dios para liberar a su pueblo de la esclavitud del pecado. Él habló con autoridad y amor, porque tenía el Espíritu Santo en su corazón. Así también nosotros podemos usar nuestra palabra para sanar y perdonar, siempre que la llenemos de compasión y verdad.

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