El secreto de amar a Dios con todo tu ser

El árbol de la vida y el árbol del conocimiento

¿Qué significa el relato del Génesis sobre la caída de Adán y Eva en el jardín del Edén? ¿Es una historia literal o simbólica? ¿Qué nos enseña sobre nosotros mismos y sobre nuestro poder creador?

La Biblia no es un libro histórico, sino un libro de psicología. Sus personajes y acontecimientos representan estados de conciencia que podemos experimentar en nuestra vida. El jardín del Edén es el estado de inocencia, de comunión con Dios, de abundancia y felicidad. Adán y Eva son los aspectos masculino y femenino de nuestra mente: la razón y la imaginación.

Dios nos dio el libre albedrío para elegir entre dos árboles: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. El árbol de la vida es el símbolo de la imaginación, que es el poder de Dios en nosotros. El árbol del conocimiento es el símbolo de la razón, que es el poder del hombre. Dios nos advirtió que no comiéramos del árbol del conocimiento, porque al hacerlo perderíamos nuestra conexión con él y con nuestra verdadera naturaleza.

Pero la serpiente, que representa la duda, la confusión y el engaño, nos tentó a comer del árbol del conocimiento. Nos hizo creer que así seríamos como Dios, sabiendo lo que es bueno y lo que es malo. Nos hizo olvidar que ya éramos como Dios, creadores de nuestra realidad con nuestra imaginación.

Al comer del árbol del conocimiento, nos dimos cuenta de que estábamos desnudos. Esto significa que perdimos nuestra inocencia, nuestra confianza, nuestra seguridad. Nos sentimos avergonzados, culpables, temerosos. Nos cubrimos con hojas de higuera, que simbolizan las excusas, las justificaciones, las mentiras. Nos escondimos de Dios, que simboliza nuestra conciencia, nuestra verdad, nuestro ser.

Dios nos llamó y nos preguntó: “¿Dónde estás?” Esto significa que nos invitó a reconocer nuestro error, a asumir nuestra responsabilidad, a pedir perdón. Pero en vez de hacerlo, echamos la culpa a los demás: Adán a Eva, Eva a la serpiente. Esto significa que nos negamos a aceptar nuestra causa en los efectos que vivimos.

Dios nos expulsó del jardín del Edén y nos impuso el sufrimiento, el trabajo duro, el conflicto y la muerte. Esto significa que nos alejamos de nuestro estado original de armonía con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la naturaleza. Entramos en un mundo de dualidad, de contrastes, de limitaciones.

Pero Dios no nos abandonó. Nos dio una esperanza, una promesa, una solución. Nos dijo que pondría enemistad entre la serpiente y la mujer, y entre su descendencia y la suya. Que ella le aplastaría la cabeza y él le heriría el talón. Esto significa que nos dio el poder de vencer al mal con el bien, a la duda con la fe, al engaño con la verdad.

Ese poder es nuestra imaginación. Con ella podemos volver al jardín del Edén, al estado de inocencia, de comunión con Dios, de abundancia y felicidad. Con ella podemos crear la realidad que deseamos, sin importar las circunstancias externas. Con ella podemos ser como Dios.

¿Quieres saber cómo usar tu imaginación para manifestar tus sueños? ¿Quieres aprender a vivir desde tu estado deseado? ¿Quieres experimentar el amor de Dios en tu corazón? Entonces sigue leyendo este blog y descubre los secretos de las enseñanzas bíblicas aplicadas a tu vida cotidiana.

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